Obituary of Luciano Mendez Alvarado

Luciano Elpidio Méndez Alvarado, devoto esposo, padre, abuelo y amigo, falleció en paz, rodeado por su familia, el 11 de diciembre de 2024 en Pembroke Pines, Florida, a la edad de 81 años. Le sobreviven su esposa de 57 años, Basilisa, y sus tres hijos, Lusila, Basilisa y Joel, sus seis nietos: Alejandro, Kate, Julianna, Sebastián, Abigail y Lily. También le sobreviven sus siete hermanos: Luis Alberto, José Amado, Guarionex, José Ramón, Ana Ligia, Melba y Margarita. Luciano nació el 10 de junio de 1943 en San Francisco de Macorís, República Dominicana. Fue el primero de nueve hijos de Luciano Méndez y Guarina Alvarado. Creció en una comunidad agrícola, rodeado de una familia extensa, con muchos primos y parientes. Mantuvo una relación especial con su abuela, Doña María, quien ayudó a criarlo. Realizó su formación técnica en Santo Domingo, en la Escuela Vocacional de Artes y Oficios, donde se graduó como mecánico automotriz en 1963. Su primer trabajo tras graduarse fue en la aerolínea nacional Dominicana de Aviación, con el sueño de convertirse en mecánico de aviación. Disfrutó de ese tiempo, viajando y ayudando a mantener a su familia y hermanos. Sin embargo, debido a la inestabilidad política tras el golpe de Estado que derrocó al primer presidente democráticamente electo, perdió su empleo y luego la beca que había recibido para formarse como mecánico aeronáutico en Chile. En 1965, regresó a su pueblo natal, San Francisco de Macorís, donde conoció al amor de su vida. Se casó con Basilisa Paredes el 2 de septiembre de 1967. Poco después de su matrimonio, emigraron a Estados Unidos, a Nueva York, donde comenzaron una nueva vida y formaron su familia. A lo largo de su carrera, Luciano trabajó como mecánico. Cuando la familia se mudó al sur de la Florida en 1979, decidió emprender su propio negocio, abriendo un pequeño taller de reparación de autos en Hollywood, Florida. En los últimos 20 años de su carrera, se dedicó al mantenimiento y reparación de todo tipo de equipos de construcción y vehículos en grandes proyectos de desarrollo en el sur de Florida. Uno de esos proyectos fue Century Village, una comunidad de jubilados a la que eventualmente se mudaría. Para él, el trabajo era mucho más que una forma de mantener a su familia; se sentía realizado al resolver problemas utilizando tanto su mente como sus manos. Sus compañeros lo admiraban por su enfoque calmado y medido, trabajando con paciencia y destreza. Sentía una profunda gratitud por la vida que había construido en Estados Unidos. Un momento especial para él fue cuando se convirtió en ciudadano y pudo votar por segunda vez a los 61 años, entendiendo la importancia de las elecciones en una sociedad libre y democrática. Después de su jornada laboral, se lo podía encontrar trasteando en su garaje y trabajando junto a su esposa en el cuidado de sus plantas y árboles frutales. Estaba especialmente orgulloso de sus dos árboles de mango y de sus intentos exitosos de cultivar plátanos. Encontraba sentido y propósito al tratar cada día de vivir conforme a las palabras de Jesús, especialmente el segundo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Siempre deseó estar al servicio de los demás, ya fuera arreglando el coche de alguien de forma gratuita, visitando a alguien en el hospital o llevando a alguien a una cita médica. Cultivó relaciones con la misma dedicación que tenía por las plantas de su jardín. Le encantaba invitar a las personas a su casa y ofrecerles amistad, apoyo y hospitalidad. Se deleitaba viendo a su familia y amigos reunidos en cada oportunidad, ya fuera en una celebración de cumpleaños o festividad, sentados alrededor de la mesa o en el amplio porche del patio. Su familia fue su mayor tesoro en esta vida. Sus hijos lo recordarán como un hombre fuerte, protector y proveedor, que lideraba con amabilidad, integridad y un corazón abierto. No hay sustituto para los abrazos cariñosos de “Papi”, que les hacían sentir amados y protegidos en cada etapa de sus vidas. Para sus hijos, él fue el original “MacGyver”, con un talento especial para encontrar soluciones innovadoras a los problemas cotidianos, tanto en el trabajo como en casa. Sus nietos lo conocen como Papa y lo recordarán por la emoción en su voz cada vez que los saludaba. Cuando eran pequeños, él se tomaba una foto con cada uno de ellos bajo su árbol de mango. Esas fotos capturaron el legado que les deja: el amor por la familia, la fe y el orgullo por sus raíces e historia, tanto en este país como en su tierra natal. Sus muchos amigos lo extrañarán, ya que siempre tenía tiempo para una charla y podían contar con él cuando necesitaban ayuda. En las luchas y los triunfos, él se esforzó por vivir de acuerdo con el significado de su nombre, derivado del latín y el griego: Él fue la luz (Luciano) y “el que tiene esperanza” (Elpidio), quien sembró las semillas de la paz y el amor en el mundo. En lugar de flores, él pidió que se hiciera una donación en cualquier cantidad al Hospital de Investigación Infantil St. Jude, en su memoria. https://fundraising.stjude.org/site/TR?px=8680942&fr_id=154020&pg=personal In Repose Wednesday, December 18, 2024 from 4:00 P.M. to 8:00 P.M. Burial Thursday, December 19, 2024 at 12:00 P.M. Our Lady Queen of Heaven Cemetery-North Lauderdale. Please keep the Mendez family in your thoughts and prayers. The Joseph A. Scarano Pines Memorial Chapel is Honored to assist the Mendez family with the arrangements.